Por: Yulieth Sánchez B. – Coordinadora de relaciones públicas en Fundación A-kasa
¿Alguna vez nos hemos detenido a pensar en la participación de las personas con discapacidad?¿Cómo estas personas toman decisiones sobre su propia vida? Sí reflexionamos un momento sobre el asunto vemos que la participación es el resultado de diversos factores, circunstancias y condiciones que limitan o facilitan esa anhelada idea de participación de este colectivo en especial.
A riesgo de querer dar fórmulas o recetas mágicas para lograr la participación de las personas con discapacidad y las personas de sus familias, hemos encontrado que la respuesta pareciera ser más sencilla de lo que creemos, la participación en la toma de decisiones se da cuando ponemos en el centro de las decisiones a las personas y sus familias, pero no solo la ponemos en el centro para pensar cómo intervenimos, sino también cómo las escuchamos y construimos con ellas las posibles respuestas a sus necesidades más puntuales en una relación horizontal y no desde el papel de los “expertos en inclusión”.
Al escucharlas podemos entonces identificar y entender cuáles son esas circunstancias que impiden que ellas y sus familias no estén en los espacios concebidos para la participación, ya que, para poder llevar a cabo un ejercicio consciente de toma de decisiones (que sería una de las razones de la participación), debemos contemplar que el poder estar o no en esos espacios de toma de decisiones, dependerá en primer lugar de, si tengo o no satisfechas mis necesidades básicas (alimentación, vestido, vivienda, seguridad) ya que con hambre y con frío no se razona ni se piensa.
Desde la Fundación A-kasa, hemos identificado que, desde el apoyo y potenciación de recursos que pretenden llevar a cabo las organizaciones sociales y de base comunitaria de y para personas con discapacidad, es necesario partir de la construcción conjunta de la respuesta a esas necesidades del colectivo y sus familias, escuchando a las personas, sus cuidadoras/es, sus familiares, dándoles la oportunidad de decir lo que piensan sobre su situación y más importante aún, cómo pueden aportar a la construcción de las respuestas para superar las barreras que limitan su participación, mirar a los ojos, encontrarnos, entendernos para poder decir que nos escuchamos y a partir de allí, generar esos caminos de participación y agenciamiento.
En ese sentido, una de nuestras grandes apuestas es que, en la unión de las fuerzas humanas, económicas, sociales, debemos promover actividades que impulsen la autoestima y la capacidad propia, no solo de las personas sino de aquellos que dicen agenciar las necesidades del colectivo.
Es por esto que para A-kasa, lograr el fortalecimiento de las organizaciones de y para personas con discapacidad, darán como resultado, caminos que lleven a encontrar la solución real a los problemas que viven este colectivo específico. El trabajo en red, articulado, solidario, crítico y que promueva la asociatividad, generando y diseñando espacios que respondan y permitan que todas las personas los habiten desde su propia singularidad y con los apoyos necesarios, es lo que se requiere para que contribuyamos al desarrollo local en las comunidades.
En el proyecto TODOS SOMOS PARTES, precisamente promovemos que las organizaciones de y para personas con discapacidad, a través del trabajo en red articulado, reflexionen sobre sus propias prácticas y sobre su relacionamiento con aquellos actores externos que validan su accionar institucional y en territorio, en cómo se promueven ejercicios de acompañamiento a las poblaciones que lo requieran, alineados a lo que se denominan las agendas de incidencia en políticas públicas de discapacidad y que pretenden encontrar la respuesta a los procesos de inclusión.
Cuando iniciamos la idea de este proyecto, y acorde a nuestra experiencia de trabajo con las redes que impulsamos, fue concebido para encuentros presenciales. Pero, como es conocido por todos, la pandemia mundial modificó nuestros planes y debimos transitar a la virtualidad en nuestras acciones. Aunque seguimos reconociendo que, el encuentro físico entre las personas, es el ideal para no perder la humanidad, los sentimientos de ayuda y cuidado mutuo, la virtualidad nos permitió conectar con aquellas personas y organizaciones que estaban en otros lugares donde tradicionalmente no hemos estado.
Debemos también reconocer los efectos negativos de la pandemia frente a la visibilización de las personas con discapacidad y sus familias, las barreras de nuevo para la participación se hacen más evidentes y el acceso tanto a las cuestiones de la conectividad como de los dispositivos para poder conectarse en tiempo real, es un reto que no es nuevo, pero que frente al momento actual, se convierte en una la piedra en el camino que sigue obstaculizando la participación de las organizaciones, de las personas con discapacidad y de las familias que habitan diferentes zonas de nuestro país, donde no llegan a totalidad estos desarrollo tecnológicos.
El reto entonces será seguir promoviendo el trabajo en red y articulado, alineado a las necesidades reales y actuales de los colectivos con los que trabajamos de la mano, en relaciones horizontales de respeto y solidaridad, para seguir contribuyendo al sueño de eliminar las barreras que impide la participación de todos y todas.