Desarrollo rural sostenible en el Pacífico colombiano
Si de contrastes hablamos, Colombia es un gran paradigma, y más aún, la región del Pacífico. Al otro lado del espejo donde se ve su gran riqueza natural y cultural, se reflejan la inequidad social y problemáticas de diferente índole. Todo en medio de un paisaje único y biodiverso.
Es en este contexto que nace el proyecto KASA MANGLE, una iniciativa que construimos con el apoyo de Johanniter (cooperación alemana) para aportar al desarrollo rural sostenible, dando herramientas a las comunidades para que gestionen soluciones a las problemáticas que identifican en su territorio, de una forma amigable con el medio ambiente.
Nos sumergimos entonces en los manglares del sur del Pacífico colombiano, para contarles todo lo que estamos construyendo junto a sus habitantes.
Tejiendo lazos
Salimos desde Buenaventura (Valle del Cauca) en lancha rápida en dirección sur, a un costado vemos una serie de picos montañosos pertenecientes a la Serranía del Pinche, como telón de fondo de un horizonte de playa y manglar. Al otro costado, un océano se abre infinito.
En las cimas de esa cordillera nacen los ríos que, en las bocanas, donde entregan sus aguas al mar, configuran un ecosistema estratégico lleno de vida en todas sus manifestaciones. Las olas crecían al encontrarse con la corriente de agua dulce y movían nuestra lancha que parecía danzar al son de la marimba, el guasá y los tambores.
Después de tres horas de recorrido marítimo, entramos a contracorriente por el río hasta llegar a Timbiquí (Cauca), primera parada con el fin de establecer alianzas con la administración municipal y aumentar el impacto en las comunidades del Consejo Comunitario El Cuerval.
Al ingresar por este laberinto de raíces anfibias hacia los centros urbanos, inmediatamente se reconoce un estilo de vida adaptado al entorno: construcciones palafíticas -viviendas construidas sobre pilares o estacas en el agua-, actividades de pesca y un suelo que puede ser fango, playa o jardín en un solo día, dependiendo de la marea. El sol abrasador de Santa Bárbara de Timbiquí calienta el pavimento y nos invita a disfrutar de las refrescantes aguas del río, como muchos de los jóvenes y niños que juegan en las orillas.
Para dar a conocer las líneas de acción y medidas a desarrollar a través del proyecto KASA MANGLE, junto a nuestros referentes comunitarios en la zona, Solany Loango y Gonzalo Valencia, quienes han trabajado como profesionales de la Alcaldía de Timbiquí, visitamos el despacho de la Dra. Neyla Yadira Amú Venté, primera mujer alcaldesa de esta localidad.
La alcaldesa manifestó su intención de apoyar el proyecto, inicialmente con la contratación de una consultoría para diseños completos y estudio de suelos para la construcción de un centro de acopio.
Los centros de acopio cumplen la función de reunir la producción de pequeños productores para que puedan competir en cantidad y calidad en los mercados de los grandes centros urbanos. Por lo que la construcción de este espacio sería de gran ayuda para la comunidad de este territorio que se sustenta mayoritariamente por la pesca.
Adicionalmente, la administración está apoyando al Consejo Comunitario, en la gestión de un proyecto para ser financiado por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural – Programa Alianzas Productivas; dicho proyecto contempla algunos componentes de dotación que complementan el proceso del centro de acopio.
La noche se acerca, baja la temperatura; oportunidad perfecta para recorrer sus calles, sentir la alegría de su gente y las tradiciones locales como la gastronomía, rica en frutos del mar, y el viche, bebida artesanal que salvaguarda un proceso de destilado de caña nativa, a la que se le atribuyen virtudes medicinales. Hoy, en lista para declaratoria como patrimonio inmaterial de los colombianos.
Sobre el río, un cielo de arreboles despide nuestro día.
Protectores del manglar
En la zona rural, río abajo y desviándose por los esteros, se llega a la comunidad El Cuerval. Una hora de recorrido en lancha de motor fuera de borda 15 hp, donde se pueden ver las diferentes actividades que se realizan en este territorio, como el cultivo comercial de coco o la explotación de especies maderables como el guandal y el nato. En ocasiones, y contra las recomendaciones de las autoridades territoriales, se tala el mangle y se hace pasar por este tipo de madera para su comercialización ilegal. Una de las mayores amenazas para este ecosistema.
Cerca de Playa Chacón, en la bocana del río Timbiquí, se encuentra “La Caleta”, zona priorizada por la comunidad para la reforestación y monitoreo de manglar.
Allí, Celso Caicedo Sinisterra, pescador y pianguero, nos cuenta con cierta nostalgia mientras camina entre las raíces y el fango, cómo ha cambiado la situación de la zona por el deterioro del ecosistema. Especialmente por la caza del pato cuervo (Phalacrocorax brasilianus), ave que construye sus nidos en la parte alta de los árboles de mangle. La mala práctica de caza de esta especie, ha arrasado con hectáreas de manglar, a pesar de las regulaciones que se dan desde los mismos Consejos Comunitarios, ya que, “cuando está el pato cuervo anidando, entra el pescado, porque se alimenta de los desechos que caen de los nidos”, afirma Celso.
Celso nació en 1968, siempre ha vivido allí, entre río, mar y manglares. Sobre la situación actual comenta, “en el tiempo en que no lo habían tumbado el manglar, aquí vivía la piangüa silvestre, el suelo era más blandito, ya los esteros se ha secado. Entonces comenzó el pescado también a salirse. Antes uno cogía cangrejo, ahora no se topa ni una cueva de cangrejo”.
La
Corporación Regional del Cauca (CRC) viene apoyando al Consejo Comunitario en la reforestación de las zonas más afectadas. Proceso lento y dispendioso que se estanca por el accionar de madereros y cazadores furtivos.
“Se siembra el velillo (plántula del manglar) en las zonas demarcadas, con una separación aproximada de 50 centímetros”, afirma Celso. Si respetan estas zonas, el velillo logra cierta madurez al año y medio de ser sembrado. Por el contrario, ante el tránsito de personas y animales, se puede romper el velillo en crecimiento, sumando dificultades para la restauración del bosque. De ahí en adelante empieza la recuperación del suelo y la repoblación gradual de las especies que lo habitan: moluscos, iguanas, cangrejos, aves nativas y migratorias, entre muchos otras.
¡A piangüar!
Piangüar, significa extraer las conchas de las cercanías del manglar. Es una actividad que realizan día a día primordialmente mujeres y niños de comunidades afrodescendientes en toda la Costa pacífica.
En grupos o “mamuncias” aprovechan el descenso de la marea para ir a las zonas fangosas a colectar los moluscos. Tras un buen desayuno (tapado de botellona, por ejemplo, una preparación de plátano y pescado cocido), con mecheros encendidos humeando y lo más cubiertos posible para evadir las picaduras de mosquitos, se internan alrededor de 6 horas en el manglar, antes de que suba el nivel del agua, se inunde de nuevo la zona o se endurezca demasiado el suelo por la acción del sol.
Sumergen sus manos en el pantano, entre las raíces del manglar recogen las pianguas, sorteando algunos riesgos como el pez sapo, alacranes o serpientes. Miden el tamaño de la concha que, para poder ser recolectado, debe ser igual o superior a los 5 centímetros, evidencia de que ya alcanzaron una madurez reproductiva y se garantiza la continuidad de la especie, ya en riesgo de desaparición.
Por 150 conchas pueden recibir aproximadamente 30 mil pesos colombianos. Esto no era un problema cuando la salud de este ecosistema les proveía de 400 conchas por jornada para cada piangüera. Hoy es una cifra difícil de alcanzar, lo que desencadena prácticas de doble filo para obtener suficiente dinero. Para mejorar sus ingresos, en ocasiones sacan pianguas de menor tamaño y se venden por peso, lo que a futuro es insostenible.
También hay factores de desarticulación regional que promueven estas prácticas. Uno de los países donde se genera mayor demanda de piangua es Ecuador y, aunque medio centímetro no parece demasiado, en este país la regulación del tamaño mínimo de recolección fluctúa por los 4,6 cms. Décimas que pueden ser la diferencia entre la extinción y la supervivencia de esta especie.
Con la piangua se realizan una gran variedad de comidas, todas típicas de la región pacífica, se hace sudado o encocao de piangua, tamales, arroz de mariscos y ceviches, entre muchas otras.
El pueblo unido
Al llegar a El Cuerval, se ven las casas como asomándose al río tras el velo de un manglar. Su nombre hace referencia al pato cuervo, ave que se ve en grandes cantidades allí.
Al mirar alrededor, inmediatamente puede identificarse un problema con el manejo y disposición de residuos sólidos no biodegradables por toda la ribera y en los bajos de las casas. Aunque los líderes comentan que existen monitores ambientales y realizan jornadas de recolección, la basura que llega desde los poblados río arriba, arrojada a las aguas, termina inundando diariamente las playas de plástico, icopor y empaques desechables de comida, sumándose a los generados en la misma comunidad.
Mientras tanto, en la sede comunitaria se convoca a una reunión para co-crear las mejores estrategias de desarrollo de las acciones del proyecto, adaptando los procesos a las realidades del territorio y la capacidad instalada de la comunidad. Se enfoca la metodología del taller en conocer las perspectivas y propuestas para optimizar las actividades y, adicionalmente, identificar opciones en los campos organizacional y logístico para la construcción y manejo de un centro de acopio.
El Consejo Comunitario El Cuerval, perteneciente al municipio de Timbiquí, se encuentra conformado por habitantes de las comunidades de San Miguel de la Mar y Playa Cuerval.
Actualmente existen dos estructuras organizativas relevantes: la Asociación de Mariscos y Moluscos del Cuerval ASOMAMOCUER, conformada en mayor proporción por piangueras y la Asociación Pescadores Unidos, conformada mayoritariamente por hombres dedicados a la pesca comercial.
Juntos cuidamos los pulmones naturales
Ahora nos dirigimos a Guapi, así que tomamos una lancha que recorre laberintos de manglar donde se perdería el marino más experimentado, pero que conocen los locales como la palma de su mano. En el trayecto apreciamos el esplendor de los manglares mejor conservados de toda la costa Pacífica colombiana y de los más altos del mundo, según estudios de la NASA, como lo expresa José Kennedy Caicedo, representante legal del Consejo Comunitario Esfuerzo Pescador.
Kennedy ha luchando como líder comunitario desde hace más de 18 años para fortalecer el legado de los ancestros. Destaca que la importancia de la conservación del manglar radica en su enorme capacidad de captar el gas carbónico del aire y devolverlo como oxígeno sano, así como los bienes y servicios para la comunidad, pues allí crecen especies como el camarón, es sala cuna de muchos tipos de pescados, del cangrejo y la jaiba. Es hábitat del loro, del pato cuervo, y también es una barrera para eventos como tsunamis.
Desde Guapi, sigue la ruta por el canal “El Bagrero”, donde el conductor tiene que apagar el motor fuera de borda y avanzar con canalete (remo), debido a la poca profundidad del río. Algo común en esta zona donde el nivel del agua fluctúa con la marea. Por allí salimos a la bocana de Chanzara, ya en territorio de Nariño, pasando por veredas como Vuelta Larga y La Loma.
Santa Bárbara de Iscuandé recibe a sus visitantes con una delicia gastronómica más, la pelada frita con patacón, preparación tradicional de esta variedad de pez.
Ahí, el equipo de la Fundación A – Kasa y de la Secretaría de Planeación municipal y el Secretario de Gobierno, nos reunimos para socializar el proyecto y revisar posibilidades de articulación para mejorar el alcance del proyecto Kasa Mangle.
Se establecen líneas directas de comunicación con la administración y la UMATA (Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria) con las que se logra el compromiso de la alcaldía para aportar recursos en especie para el techo del Centro de Acopio.
El recorrido aún no termina. Falta un tramo hasta el Consejo Comunitario Esfuerzo Pescador, este se encuentra ubicado en la parta baja del municipio y está conformado por habitantes de 10 comunidades: Las Varas, Macharal, Juanchillo, Cuerval, Estero Largo, Soledad Pueblito, Soledad Pesquera, Bocas de Guaba, Las Flores y La Ensenada.
Este consejo comunitario es referente en conservación y cuenta con un Acuerdo de Manejo Ambiental; sin embargo, también presenta problemas de contaminación del suelo y recursos hídricos por acumulación y mala disposición de residuos sólidos, deforestación del manglar en zonas focalizadas como Estero de Punta del Codo, Estero del Muerto, Estero Domingo Ortiz y Estero del Barco.
Las inclemencias del mar
A la mañana siguiente, la cita es en las comunidades Cuerval y Ensenada. Para llegar allí se pasa por un sitio estratégico para la investigación del estadio de la piangüa, ya que se ha identificado que el molusco soporta más agua dulce en este lugar. También se bordea la isla Quiñonez, especial por ser hogar de paso de miles de aves migratorias.
Al llegar, se ve un terreno baldío con pilotes cortados, que funcionaban de pilares para las casas que debieron mover tierra adentro.
Una vez en la comunidad El Cuerval, representantes de las 10 comunidades del Consejo comunitario asisten al encuentro, en el que se construyen consensos ante la oportunidad de recibir recursos y apoyo para desarrollar la alternativa de generación de ingresos alternativa.
Esta comunidad ha padecido recientemente la subida del nivel del mar, que poco a poco ha achicado la zona de playa donde tenía construidas la mayoría de sus casas, obligándolos a tumbar manglar para reubicar el poblado. Situación que tiende a empeorar generando mayores riesgos tanto para las personas como para el ecosistema.
Teniendo en cuenta esta situación, el Consejo Comunitario se compromete a gestionar recursos de otras fuentes diferentes al proyecto para la construcción del centro de acopio y se conforma una junta directiva que se encargará de tomar las decisiones y realizar la gestión para las actividades claves en su construcción y administración. Tras el taller, se visita la comunidad Ensenada, lugar donde se construirá el centro de acopio, ya que cuenta con el mayor número de piangüeras.
Primero lo primero: salud y educación
Al regreso hacia Las Varas, entramos a Soledad Pueblito para conocer el estado del centro educativo y las condiciones de infraestructura para el acceso de todos los niños: un puente de madera con tramos destruidos por el efecto del agua.
Allí pudimos conversar al respecto con Hilda María Morán, directora de la institución, quien manifiesta la necesidad de construir un puente peatonal idóneo para la seguridad de todos. Así como la reparación de la infraestructura de la escuela, invertir en transporte para los niños de otras veredas que llegan diariamente hasta allí, bajo condiciones climáticas límites. La lancha que tienen no da abasto, opera en condiciones de hacinamiento con alto riesgo para los niños y no tiene techo para protegerlos de la lluvia y el sol.
Desde este centro, Hilda coordina 16 sedes educativas de otras veredas del consejo comunitario. Más de 700 estudiantes de diferentes comunidades.
Al recorrer el poblado, se pueden identificar las necesidades más apremiantes, como la ausencia de centro de salud para las 2.300 personas de las diez comunidades que componen el Consejo Comunitario. Así mismo, la infraestructura educativa se encuentra en paupérrimas condiciones y no cuenta con oferta para los grados 10° y 11°, por lo que se interrumpe el ciclo de formación de los jóvenes que no cuenten con recursos para continuarlo en Iscuandé, lo que supone, además, tres horas de recorrido diario en lancha, reduciendo el tiempo efectivo en la escuela.
Vivir en medio de una reserva natural
Tras salir de Las Varas hacia Punta Mulatos, pasando un canal estrecho para abreviar el camino, se abre un delta amplio dónde se encuentra la comunidad Carabajal.
Poco después, en el sector Punta del Gringo, cerca a Bazán, se encuentra un foco de deforestación. Al parecer los madereros talan el mangle y con diferentes métodos oscurecen su apariencia para sortear los controles de las autoridades, haciéndolo pasar por otra variedad de árboles, como el chanul y venderlo en Buenaventura.
En Playa Mulatos se da inicio al taller con la comunidad, acompañados del líder Bernardo del Consejo Comunitario Punta Mulatos.
Este consejo se conformó originalmente por 2 comunidades: Playa Mulatos y Amarales, a las que se sumó la comunidad de Vigía, por su cercanía geográfica y diferentes situaciones administrativas. Su territorio se encuentra ubicado totalmente dentro del área del Parque Nacional Natural Sanquianga. Se considera el punto continental más próximo a la Isla de Gorgona, constituyéndose en una gran oportunidad para el desarrollo turístico como punto de paso y destino complementario a la Isla.
Por otro lado, un grupo de mujeres de la comunidad fue beneficiario del programa “Presupuestario Desarrollo Local Sostenible de la Unión Europea” ejecutado por Parques Naturales, recibiendo recursos en materiales para la construcción de un pequeño eco-hotel con el fin de incentivar el ecoturismo comunitario. Sin embargo, los recursos entregados no son suficientes para la construcción de la obra ya que solo contemplan los materiales. El paso del tiempo y los elementos ambientales constituyen un factor de riesgo para el deterioro de los materiales, los cuales se encuentran almacenados en la comunidad, algunos a la intemperie.
En esta comunidad se priorizó la construcción y dotación de un centro de cadena de frío para producción de hielo y comercialización de productos de mar para las mujeres del Consejo Comunitario.
Al final de la tarde, hay una reunión con los funcionarios del Parque Nacional Natural (PNN) Sanquianga, cuya sede se encuentra en este poblado. El director del parque, Gustavo Mayor, presentó un resumen de las acciones desarrolladas en la zona entre las que se destacan el Acuerdo de Conservación que se construyó participativamente con el Consejo Comunitario Punta Mulatos.
Al recorrer la comunidad se hace evidente la diferencia en calidad de infraestructura y servicios básicos, respecto a los territorios del entorno. Su conformación tuvo características muy especiales y el estar dentro de la jurisdicción de PNN restringe ciertas prácticas de explotación y uso del suelo y sus recursos. Esto beneficia la salud del ecosistema, pero plantea ciertos desafíos para los pobladores como es el caso de la Titulación Colectiva.
En reunión con el Secretario de Planeación y el Secretario de Gobierno, quienes arribaron junto a parte de su equipo, manifiestan su total apoyo al proyecto y el compromiso de gestionar recursos complementarios ante el Alcalde para la construcción del centro de frío.
Obstáculos que pasar
Luego, en Vigía se desarrolló un encuentro con la comunidad en la sede educativa, donde se identificaron problemáticas ambientales, económicas y de salubridad. Manifiestan estar en completo abandono estatal, con gran preocupación por el problema de basuras, el estancamiento de aguas lluvias que generan proliferación de mosquitos y enfermedades derivadas como el dengue y la malaria. Al ser una comunidad con vocación pesquera, también enfrenta periodos de escasez cuando se programa la prohibición de caza de ciertas especies de peces y mariscos.
Dos mujeres habitantes del lugar, nos contaron que solicitaron y gestionaron, sin respuesta, un sistema de tubería para evacuar el agua concentrada en depresiones del terreno, que intenta mitigar mediante el llenado con escombros. El puesto de salud, presenta un deterioro general de su infraestructura y falta de dotación para la atención básica. Los casos de dengue, malaria y paludismo han incrementado en los últimos años.
La acumulación de residuos sólidos es evidente por todo el territorio ya que, al estar ubicado entre dos desembocaduras, presenta problemas por residuos sólidos provenientes del río Satinga y del río La Tola, además de las traídas por la marea.
Por iniciativa de la oficina de Parques Nacionales Naturales, se han realizado campañas de sensibilización en las comunidades vecinas y ribereñas, donde se ha podido ver una reducción aproximada del 20% en la acumulación de residuos sólidos en algunas zonas; sin embargo, en otras no surte efecto, tal como en la playa El Chachal. Según estudios de PNN, parece que ha disminuido el flujo de algunas aves migratorias, debido a la baja de la calidad del agua dulce, el alza en su sedimentación por actividades mineras río arriba y la disminución de alimentos para las especies visitantes.
Adicionalmente, debido a su reciente migración del Consejo Comunitario Playas Unidas, donde no se veían representados, tienen grandes falencias organizacionales para afrontar de mejor forma los retos que se les presentan. Allí es imperativa la implementación de estrategias de fortalecimiento comunitario, disposición final adecuada de residuos sólidos para evitar la quema o enterramiento, aunado a un programa de recolección de basuras por parte del municipio de La Tola, dotación del centro de salud y control de plagas transmisoras de enfermedades.
Kasa Mangle
El regreso a Playa Mulatos, lo hicimos por la trocha terrestre que atraviesa una sección de bosque para luego desembocar en la playa. Una hermosa ruta natural para terminar el día disfrutando de los cantos tradicionales de esta región y el repicar de la marimba –el piano de la selva-, en manos de Don Zoilo Reina Estupiñán, quien heredó este arte de su padre, Camilo Reina, reconocido músico del Pacífico sur colombiano.
Esta era la última noche con vista al mar, donde se insinuaba la Gorgona. Para el regreso Don Bernardo nos acercó hasta Bocas de Caimito, donde esperamos para hacer transbordo a la lancha proveniente de Olaya (Satinga) con destino a Buenaventura. Amarramos en la orilla a la espera, con el sonido del agua golpeando las raíces entrelazadas del mangle. Nos esperaban cuatro horas de recorrido marítimo, para fijar en la memoria todos los detalles de la KASA MANGLE, un epicentro de oportunidades para el desarrollo rural sostenible.