Con manos a la obra, varias comunidades del Pacífico colombiano y la Fundación A-kasa, hacen frente a la deforestación de los manglares. Ecosistema vital para diversas especies, incluyendo los seres humanos.
“No queremos que nos talen más nuestro manglar porque ahí es nuestra vida, que la institucionalidad nos mire”, este es el llamado que hace el líder comunitario Carmelo Castillo, miembro del Consejo Comunitario Esfuerzo Pescador, ubicado en Iscuandé, Nariño, Colombia.
El Pacífico colombiano es un territorio olvidado por el gobierno nacional, que ha sufrido por largo tiempo de problemáticas sociales muy significativas, empezando por ser la región más pobre, también es el territorio en el que se encuentra la principal fuente de generación de diesel y la segunda región con la menor densidad vial del país. (ProPacífico)
Además, esta región, “constituye entonces agudos contrastes, incuba los grandes males de una población víctima del conflicto armado, baja cobertura en educación, salud, infraestructura, inseguridad y desempleo; pero a la vez comprende una riqueza aurífera y biodiversa antagónica”, afirma ProPacífico.
En este contexto, los habitantes del territorio han fortalecido sus procesos comunitarios para organizarse y dar respuestas a las problemáticas cotidianas. A través de la figura de Consejos Comunitarios, es decir, territorios conformados por una comunidad negra, que cumple con la función de administrar una propiedad colectiva; entidades étnicas que tienen personería jurídica.
Estos consejos tienen entre sus funciones:
- Administrar las tierras que son de propiedad colectiva.
- Velar por la conservación y protección de los derechos de la propiedad colectiva.
- La preservación de la identidad cultural.
- El aprovechamiento y la conservación de los recursos naturales.
- Ser mediadores y conciliadores en los conflictos internos.
Fuente: Pogrebinschi, Thamy. (2017). LATINNO Dataset. Berlin: WZB.
El pueblo unido jamás será vencido
Específicamente, los Consejos Comunitarios Esfuerzo Pescador (Iscuandé, Nariño), Punta Mulatos (La Tola, Nariño) y El Cuerval (Timbiquí, Cauca), forman parte de los territorios priorizados dentro del proyecto Kasa Mangle de la Fundación A-kasa, iniciativa en la que se trabaja de manera cooperativa con la población, para construir desarrollo rural sostenible; mejorar la calidad de vida de las personas que viven allí, con especial atención a que este desarrollo no implique el deterioro del medio ambiente.
Es por esta razón, que frente a la tala indiscriminada o presencia de “ranconcha o chicharrón”, especies vegetativas que invaden el espacio del mangle y endurecen la tierra, dificultando su crecimiento y la posibilidad de conservar las especies que se gestan en este ecosistema, la comunidad junto al equipo de A-kasa realizaron varias jornadas de limpieza y reforestación.
Para lograr este objetivo, se recolectaron y sembraron 5.450 “velillos”, como son llamadas la semillas germinadas del manglar, reforestando un total de 8 hectáreas, el equivalente a 16 canchas de fútbol, en los tres territorios antes mencionados.
“Este ecosistema del manglar está deteriorado porque se hizo tala del mismo, para la captura del patocuervo”, dice Gonzalo Valencia, referente y líder comunitario de Timbiquí. El patocuervo es un ave marina, su nido es una plataforma de ramitas con una depresión en el centro y gramillas que construyen en la parte alta de los manglares. Por lo que, para capturar sus huevos, los cazadores ilegales tumban el manglar.
Adicional a este daño evidente al ecosistema, con la caza del patocuervo también se pierden las condiciones necesarias para que otras especies de peces y camarones subsistan, ya que estos se alimentan de las deposiciones de esta ave.
Los manglares son el centro de la comunidad, pues es gracias a estos que construyen sus casas, se protegen del mar, pescan los animales que hacen parte de su dieta y que además comercializan para su subsistencia. Teniendo en cuenta este contexto, la protección del mangle, es la protección de la comunidad.
Yolanda Garcés, lideresa comunitaria, comenta al respecto de la tala: “y pedirle por favor que no nos tumben los mangles, porque a nosotros nos toca reforestar, si no tenemos manglar, no tenemos piangüa, entonces el producto se nos está acabando, es por la falta de mangle.”
La piangüa es un pequeño molusco que vive debajo de las raíces de los manglares y con el cual subsisten muchas familias del Pacífico. Pero esta especie escasea desde hace varios años por la reducción de su ecosistema, los manglares.
Yo cuido el manglar, el manglar me cuida
El llamado es contundente y específico, la existencia de los seres humanos depende de la protección de su hábitat, por eso es urgente que todos los actores de la sociedad trabajen articulados para cuidar el medio ambiente. Ejemplo de esto, son las comunidades del Pacífico Colombiano que se unen para convertirse en ecoguardianes de la vida.
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